Día 35, un San Valentín precoz

Primer día de ascensión muy tranquilo. Hemos empezado con los goteros de preparación: paracetamol, antihistamínico, protector estomacal, etc.
Y a continuación ha venido la gran estrella, el Rituximab (os recuerdo que proviene de células de ovario de ratón chino).

Sinceramente, no me he enterado de nada. Me he pasado la mayoría del día dormida. No sé que me ha puesto esta gente, pero he cogido un sueño de lo más placentero. Ni tele, ni series, ni libros, ni res de res.

La nota positiva del día ha sido que al traerme la merienda, que todos los días es idéntica que el desayuno, mi sherpa madre ha pedido si podían traer otra cosa distinta que leche con galletas de pájaro.
A los quince minutos, he recibido la visita del dietista. Un chico súper amable que me ha confeccionado un menú a mi gusto, dándome a elegir entre multitud de platos e incluso añadiéndome guarniciones y todo.
A la vista está la prueba de mi cena de hoy:

Nada que ver con la cena de bienvenida de anoche.

Casualmente, San Valentín se ha adelantado un día para sumarse a esta expedición. Ese era el nombre del dietista, Valentín. Y no es broma, es una nueva gran coincidencia.

La nota negativa es que estoy en la última habitación del pasillo y no funciona bien el wifi (comunmente conocido entre mi grupo de amigas como «guaifai»). Ya sabéis lo tecnológica que soy, ¡me han hecho polvo! Espero que mañana se anime la señal y nos llegue a la 735.

Os dejo mientras me como unas sabrosas natillas, que en este sitio son un manjar.

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